La concejal argumentó que la medida busca prevenir distracciones y fomentar un ambiente de aprendizaje más saludable. "Está comprobado por la neurociencia que las redes sociales y el consumo fragmentado de contenidos afectan la capacidad de concentración y evitan aprendizajes profundos. No podemos pedirles a niños de 10 años que se autorregulen con algo que ni siquiera los adultos logramos manejar", señaló.

Cuesta también destacó los beneficios sociales de desconectarse en el ámbito escolar. "El recreo es un espacio de interacción fundamental para el desarrollo social. Hoy vemos niños sentados, cabeza abajo, mirando pantallas, en lugar de compartir, jugar o hablar con sus compañeros. La escuela debe ser un lugar donde se fomente la interacción real", enfatizó.

Sobre los posibles conflictos entre padres y docentes, la concejal subrayó la necesidad de establecer límites claros. "Los celulares han generado problemas como fotos no consentidas, distracciones constantes y una comunicación unilateral de los niños con sus familias, sin pasar por los docentes. Queremos que el aula recupere su estructura y que los niños estén plenamente presentes en sus actividades", afirmó.

Cuesta concluyó que la norma busca un equilibrio entre la modernidad y el aprendizaje: "Sabemos que los tiempos cambian, pero también que la educación necesita herramientas que funcionen, no distracciones. Este proyecto es un primer paso hacia un modelo educativo que priorice el bienestar de los alumnos y el rol de la escuela como espacio de aprendizaje y sociabilización".